Uso de opiáceos y riesgo de caidas. Un estudio de cohortes

Las caídas representan una causa frecuente de hospitalización y muerte, especialmente en pacientes de edades avanzadas. Entre los grupos de fármacos que se han descrito asociados a un aumento del riesgo de caídas y fracturas destacan los analgésicos opiáceos.


Los autores de este estudio cuantificaron el riesgo de caídas y su asociación con la edad en adultos tratados con analgésicos opiáceos. Se diseñó un estudio de cohortes de base poblacional a partir de registros farmacéuticos en New South Wales, Australia.

Se recogieron datos sociodemográficos, características clínicas de los usuarios, uso de medicación, utilización de los servicios sanitarios y mortalidad.


Los pacientes tenían al menos 18 años y habían iniciado un tratamiento opiáceo entre enero de 2005 y diciembre de 2018. Se identificaron las caídas que requirieron atención médica en servicios de urgencias o motivaron ingreso, y las que causaron la muerte. Se establecieron asociaciones entre tiempo de exposición, grado de exposición (según dosis), edad y factores de riesgo de caídas. Los factores de riesgo contribuyeron a ajustar el modelo.


Resultados: La cohorte incluyó un total de 3.212.369 personas que iniciaron tratamiento con un opiáceo durante el período de estudio. Un 53% fueron mujeres. La media de edad fue de 49 años. Globalmente, se identificaron 506.573 caídas (16%). Un total de 5.210 fueron mortales. El riesgo de caídas entre los usuarios aumentó en todos los grupos de edad, aunque el mayor riesgo se vio en el grupo a partir de los 85 años (IRR=6,35; IC95% 6,20-6,51 ). El mayor riesgo se vio en los primeros 28 días. Se observó una asociación positiva con las dosis utilizadas y un mayor riesgo de caídas graves.


Según los autores, estos resultados ponen de manifiesto la necesidad de identificar y corregir los factores de riesgo preexistentes y potencialmente modificables cuando se prescriben fármacos de estas características. Otro aspecto importante es la implementación de medidas preventivas físicas que neutralicen en lo posible el riesgo. Por último, revisar de forma rigurosa la necesidad de utilizar estos fármacos sobre todo en las poblaciones más vulnerables.

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