Tirzepatida frente a semaglutida en el tratamiento de la obesidad: ensayo clínico SURMOUNT-5

Se ha publicado el ensayo SURMOUNT-5 que compara tirzepatida frente a semaglutida en el tratamiento de la obesidad. Se trata de un ensayo de fase 3b, abierto y controlado, realizado en adultos obesos sin diabetes, mayores de 18 años. Se utilzaron las dosis máximas tolerada (10 a 15 mg para tirzepatida y 1.7 o 2.4mg para semaglutida, amb subcutáneas). El estudio se realizó en 32 centros de los Estados Unidos y de Puerto rico, previa aprobación de los comités de ética y la firma del consentimiento informado por parte de los participantes. La variable principal de este estudio fue la pérdida de peso y la disminución de la circunferencia abdominal, desde el momento de administrar el fármaco hasta la semana 72. 

Participaron un total de 751 pacientes, los cuales fueron aleatorizados 1:1. Inicialmente se administraba la dosis más pequeña y se aumentaba según la tolerancia cada 4 semanas. Todo esto durante 72 semanas que duro el ensayo (18 meses).

Se incluyeron participantes mayores de 18 años, con un IMC de 30 o superior, o un IMC de 27 o superior con al menos una complicación relacionada con la obesidad (hipertensión, dislipidèmia, apnea obstructiva del sueño o enfermedad cardiovascular), y que reportaron al menos un intento fallido de bajar de peso con una dieta.

Los criterios de exclusión fueron diagnóstico de diabetes, tratamiento quirúrgico para la obesidad, tratamiento farmacológico con un medicamento para bajar de peso o un agonista del receptor GLP-1 en los 90 días previos a la selección, o un cambio en el peso corporal de más de 5 kg en los 90 días previos a la selección.

Respecto a los resultados, los pacientes tenían en los dos grupos, una edad aproximada de 44 años, más del 90% eran menores de 65 años, más del 60% eran mujeres. El IMC medio era de 39 y más del 50% en todos los grupos se hallaban en una situación clínica de prediabetes. Respecto a la variable principal de eficacia, los pacientes tratados con tirzepatida presentaron una reducción de peso del 20,2% a las 72 semanas, en comparación con una reducción del 13,7% en el grupo tratado con semaglutida. Estas diferencias fueron estadísticamente significativas. La reducción de peso fue aproximadamente un 6% inferior entre los hombres que entre las mujeres de ambos grupos, un hallazgo que se cree que explica la reducción de peso ligeramente inferior en el ensayo actual que en los anteriores.

Las evaluaciones de seguridad incluyeron efectos adversos más frecuentes (gastrointestinales) y efectos adversos graves, de los que destaca la pancreatitis.

En conclusión, entre los participantes con obesidad, pero sin diabetes, el tratamiento con tirzepatida fue superior al tratamiento con semaglutida en lo que respecta a la reducción del peso corporal y el perímetro de la cintura en la semana 72.

Estefania Palma Alarcon

Residente de tercer año

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Hiponatremia: un efecto adverso que no debemos perder de vista

La hiponatremia es un trastorno hidroelectrolítico frecuente que puede provocar efectos adversos graves. En este estudio de Matsuura et al, los investigadores se plantearon determinar el riesgo de hiponatremia asociado al uso concomitante de ISRS y diuréticos tiazídicos en pacientes a partir de 65 años. Diseñaron dos estudios de casos y controles anidados, a partir de los datos del registro Medicare, en Estados Unidos. Los casos fueron los individuos con diagnóstico de hiponatremia. Los controles fueron individuos sin el diagnóstico durante el período 2017 a 2019. Se realizó una regresión logística para establecer el riesgo en los pacientes analizados.

De los 551.298 pacientes que recibieron un ISRS la media de edad fue de 77,8 años, un 69% fueron mujeres y un 91% de raza caucásica. Se identificaron a 701.007 pacientes en tratamiento con tiazídicos, con una media de edad de 77 años, un 60% mujeres y un 83% de raza caucásica. La prevalencia de hiponatremia fue del 9% en los pacientes tratados con ISRS y de 10% en los tratados con tiazidas. En los casos de pacientes tratados con ambos fármacos de forma simultánea, la prevalencia fue del 13%. En los usuarios de ISRS, la OR de hiponatremia con el uso concomitante de tiazidas fue de 1,24 (IC95% 1,22-1,26). En el caso de los usuarios de tiazidas, la OR de uso simultáneo de ISRS fue de 1,27 (IC95% 1,24-1,29).

Respecto al mecanismo, se plantea que se produce un exceso de secreción de ADH que provoca un aumento de reabsorción de agua en el organismo. Este exceso de agua diluye el sodio sérico, pero no modifica la capacidad de los riñones de excretar sodio del cuerpo. Los resultados de este estudio son consistentes con estudios previos. Pero a pesar de ser un efecto conocido, su prevalencia es elevada. Entre las limitaciones del estudio, no pudo determinarse la adherencia a los tratamientos. Tampoco se incluyó en el análisis, la ingesta diaria de sodio como factor de confusión, o la determinación de los consumos de AINE como medicación OTC, dado que es conocido el efecto de estos fármacos sobre los niveles de sodio. A pesar de las limitaciones inherentes al diseño observacional, una de las fortalezas del estudio radica en el elevado número de pacientes analizados, dando robustez a los resultados. Según los autores, estos resultados hacen necesario plantear la monitorización de los niveles de sodio en pacientes que reciben de forma simultánea ambos fármacos.

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Semaglutida en pacientes con trastonos psiquiátricos graves. Es necesaria la investigación.

Hace unos meses, la revista JAMA Psychiatry publicaba un editorial en el que reflexionaba sobre los retos y oportunidades de la semaglutida en psiquiatría. Las reflexiones que se plantean en este artículo nos han parecido relevantes y las queremos compartir.

La enfermedad psiquiátrica grave, por sí misma, comporta una mayor morbilidad metabólica que condiciona el pronóstico de los pacientes y por tanto su manejo. Aunque los fármacos antipsicóticos son sin lugar a dudas, un elemento central de la terapia de estos pacientes, sus efectos adversos sobre parámetros metabólicos se suman al contexto adverso de la enfermedad. Por otra parte, los pacientes con psicosis graves suelen tener un estilo de vida adverso (sedentarismo, hábitos alimenticios, tabaco, etc…) que contribuye a menudo a empeorar la situación. Uno de sus efectos es la obesidad, que se asocia a menudo a diabetes y otros factores de riesgo cardiovascular. En este contexto, la metformina ha mostrado su eficacia para prevenir y tratar la disfunción metabólica asociada a los antipsicóticos. Sin embargo, su efecto sobre el peso es modesta, con reducciones entre un 3% y un 5% del peso.

Los análogos del GLP1, incluida la semaglutida, son un nuevo grupo de medicamentos que simulan el efecto del GLP1, reduciendo la secreción de glucagón y estimulando la de insulina. Retrasan el vaciamiento gástrico y promueven la saciedad reduciendo la ingesta. Estos efectos favorecen la reducción de grasa corporal y el peso de los pacientes tratados. Su desarrollo clínico se basa en los ensayos clínicos del programa STEP, que evaluaron la eficacia de la semaglutida en el tratamiento de la obesidad. Los ensayos clínicos STEP excluyeron de manera sistemática a la población con trastorno mental grave. Los datos de eficacia en estos pacientes, por tanto, deberán provenir de nuevos ensayos clínicos actualmente en curso. Mientras no se disponga de resultados, investigadores como Prasad et al. presentan resultados de estudios de práctica clínica. Se trata de una serie de 12 pacientes con psicosis grave y obesidad (IMC = 36), que no habían respondido a la metformina para la reducción de peso. El uso de semaglutida 2 mg/semana se asoció a reducciones significativas de peso a los 3, 6 y 12 meses. Los autores concluyen que estos datos deben confirmarse mediante la realización de ensayos clínicos específicamente diseñados.

En cuanto a la seguridad, sin embargo, hay dos aspectos que deben seguirse de cerca: el riesgo de conducta o ideación suicida y la gastroparesia. Sobre el primero, los datos son contradictorios: la EMA había advertido de este riesgo por notificaciones recibidas, pero estudios posteriores no lo han confirmado. En cambio, parece más sólida la asociación con cuadros de gastroparesia, pancreatitis y obstrucción intestinal, según los resultados de un análisis reciente (Sodhi et al.). Las reducciones en la motilidad gastrointestinal han motivado modificaciones en las guías de práctica clínica en procedimientos que requieren vaciamiento gástrico para la anestesia, y requieren especial consideración cuando el fármaco se administra junto con medicamentos como la clozapina.


Con toda esta información, solo una investigación rigurosa permitirá determinar con claridad qué lugar debe ocupar la semaglutida u otros fármacos relacionados en la terapéutica de los trastornos metabólicos en pacientes con enfermedad mental grave, y a qué riesgos estamos dispuestos a exponer a los pacientes.

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