La ingesta excesiva de sodio es un problema de salud pública a nivel mundial. Los resultados de numerosos estudios indican que una elevada ingesta de sodio se asocia a un mayor riesgo de morbimortalidad cardiovascular, pero los datos entre las personas sin hipertensión han sido contradictorios.
Algunas formulaciones efervescentes o solubles de paracetamol contienen cantidades de sodio que superan la ingesta diaria recomendada (2 g/día, según la OMS), lo que es especialmente relevante cuando el fármaco se toma durante períodos prolongados y en pacientes con factores de riesgo .
Se llevaron a cabo dos estudios de cohortes a partir de los datos de la base británica de atención primaria THIN, con el objetivo de analizar la asociación entre el inicio de uso de formulaciones de paracetamol que contienen sodio y aparición de eventos cardiovasculares. Los pacientes incluidos tenían entre 60 y 90 años, un diagnóstico de hipertensión arterial (en la primera cohorte) y el antecedente de la prescripción de paracetamol en formulación con o sin sodio durante el año previo a la inclusión.
La selección de la edad a partir de los 60 años se hizo para minimizar el uso de paracetamol de venta libre dado que en Gran Bretaña la prescripción está cubierta por el sistema público a partir de esa edad. Las principales variables fueron la aparición de un nuevo evento cardiovascular (IAM, AVC o ICC), y la mortalidad por cualquier causa. Se ajustó por variables socio-demográficas y antropométricas, tabaquismo e ingesta alcohólica, comorbilidades, uso de otros medicamentos, y utilización del sistema sanitario durante el año previo.
En la cohorte de pacientes hipertensos se observó un mayor riesgo de eventos cardiovasculares asociado al uso de las formulaciones con sodio comparado con el uso de otras formulaciones de paracetamol (HR=1,59; IC95% 1,32- 1,92). Este riesgo también fue mayor entre la cohorte de individuos sin hipertensión arterial (HR=1,45; IC95% 1,18-1,79). Sin embargo, el uso de formulaciones de paracetamol con sodio se asoció a un mayor riesgo de muerte por cualquier causa en ambas cohortes.
Estos resultados deben interpretarse con precaución. El diseño observacional del estudio sólo permite establecer una asociación pero no una relación de causalidad. Por su parte, los autores identifican una serie de limitaciones: no se analizó la excreción urinaria de sodio de los pacientes ni la ingesta de la dieta. Otro aspecto importante a considerar es el consumo de envases de venta libre, aunque se procura minimizar ajustando la edad como criterio de inclusión. Por último, al no codificarse la causa específica de muerte en la base de datos, no se pudo establecer la asociación entre el uso de las formulaciones de paracetamol con sodio y la mortalidad específica por causas.
En el editorial que acompaña al artículo se hace énfasis en el elevado consumo de este analgésico: en 2014, en el Reino Unido se recetaron 42 millones de medicamentos que contenían paracetamol; a estos habría que añadir otros 200 millones de envases dispensados sin receta . En España, con datos de prescripciones con cargo al Sistema Nacional de Salud, el consumo de paracetamol en los últimos 10 años se ha incrementado un 60%. En este contexto, cualquier incremento de riesgo, por pequeño que sea, tiene un impacto en salud pública que puede ser relevante.
Aunque sólo una pequeña proporción de las formulaciones de paracetamol contienen sodio, los médicos y los pacientes deben ser conscientes y evitar su consumo innecesario, especialmente cuando el medicamento se toma durante un largo período de tiempo.
El perfil de toxicidad con los datos disponibles hasta el momento actual fue similar en los tres medicamentos. Las reacciones adversas más frecuentes fueron las reacciones en la zona de inyección (dolor, eritema y prurito) y el estreñimiento, que puede ser grave. En el tratamiento con galcanezumab se observó vértigo y, con erenumab, espasmos musculares. No se dispone de datos de toxicidad a largo plazo, ni en personas mayores de 65 años. Preocupan especialmente los efectos adversos cardiovasculares (enfermedad cardiovascular, cerebrovascular y arterial periférica), puesto que una inhibición crónica de la vasodilatación puede favorecer la hipertensión arterial (HTA) y la isquemia.
Los medicamentos son probablemente el recurso terapéutico más utilizado en nuestro medio. La importancia de su empleo trasciende el ámbito individual del paciente por tener consecuencias importantes sobre la sociedad en su conjunto, tanto sanitarias como económicas. Por eso los estudios de utilización de medicamentos (EUM) tienen un gran interés científico y social, habiendo formado parte fundamental de la disciplina conocida como Farmacoepidemiología o Epidemiología del Medicamento. Los EUM pueden ser útiles para conocer el patrón de uso de los diferentes medicamentos, su evolución a lo largo del tiempo y comparar los datos de unas regiones a otras (por ejemplo, en el ámbito europeo), contribuyendo así a un uso más responsable de los mismos. También pueden, eventualmente, servir para analizar la frecuencia y distribución de ciertas enfermedades, para la identificación de posibles ámbitos de intervención, o para la evaluación de diferentes intervenciones o medidas (por ejemplo, de farmacovigilancia).