A pesar del incuestionable valor terapéutico de los inhibidores de la bomba de protones (IBP) en la práctica clínica, su uso a largo plazo se ha asociado a una serie de trastornos de impacto relevante en salud. La asociación entre el uso habitual de IBP y el riesgo de diabetes tipo 2 todavía no está clara, aunque un reciente ensayo controlado aleatorizado mostró una tendencia hacia un aumento del riesgo.
Este estudio se llevó a cabo para evaluar el uso habitual de IBP y el riesgo de diabetes tipo 2.
Se trata de un análisis prospectivo de 204.689 participantes en a partir de los datos de tres cohortes americanas de profesionales sanitarios (Nurses Health Study [NHS], NHS II, y Health Professionals Follow up Study). Se identificaron los nuevos diagnósticos de diabetes y se confirmaron mediante los criterios de diagnóstico de la American Diabetes Association (ADA). Se evaluó el uso habitual de IBP y su duración y se analizó el riesgo (HR) de diabetes tipo 2 ajustando por factores demográficos, los hábitos de vida, la presencia de comorbilidades, el uso de otros medicamentos y las indicaciones clínicas.
Se documentaron 10.105 nuevos casos de diabetes en 2.127.471 años-persona de seguimiento. Los usuarios habituales de IBP tenían un riesgo un 24% mayor de sufrir diabetes que los no usuarios (HR=1,24; IC95% 1,17-1,31). El riesgo aumentó con la mayor duración del uso.
Se constató una asociación positiva entre la magnitud del riesgo y la duración de su uso. Para duraciones de 0 a 2 años, los riesgos ajustados fueron de 1,05 (IC95% 0,93-1,19); para los participantes que utilizaron IBP durante más de 2 años se observó un riesgo de 1,26 (IC95% 1,18-1,35) respecto a los no usuarios.
Los autores concluyeron que el uso continuado de IBP se asoció con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. Por tanto, los médicos deben tener precaución cuando prescriben IBP, especialmente para su uso a largo plazo.
En otro estudio de casos y controles realizado en Alemania se observaron resultados similares con más de 26.000 pacientes adultos con nuevo diagnóstico de diabetes tipo 2. Se observó una asociación entre el uso a largo plazo (>2 años) de IBP y un mayor riesgo de diabetes tipo 2. En este caso los autores consideran que, aunque no se analizó la relación con la dosis y con la limitación de determinados sesgos por la naturaleza del estudio, los médicos prescriptores de IBP deberían incorporar como rutina asistencial un cribado regular de diabetes en los casos en que no se puede retirar un IBP a largo plazo.
El mecanismo por el que los IBP podrían incrementar el riesgo de diabetes tipo 2 no se conoce. Se ha sugerido que podrían intervenir los cambios en la microbiota intestinal inducidos por los IBP, que también se han relacionado con el riesgo de diabetes. Otras hipótesis han implicado el incremento de peso y la elevación de niveles de dimetilarginina asimétrica que se han asociado al uso de IBP y que también se relacionan con mayor riesgo de diabetes.