Desprescripción: todo lo que reluce no es oro

En el editorial del 7 de febrero, la revista BMJ hace una reflexión lúcida sobre la complejidad del proceso de desprescripción. Nos ha parecido interesante transcribir los conceptos más relevantes:

«Es bien conocido que con el envejecimiento de la población aumentan la multimorbilidad y la polimedicación, y que en este contexto, cobra importancia la desprescripción, es decir, el proceso de retirada de medicamentos mediante una estrategia planificada y estandarizada para mejorar los resultados en salud. Se trata de un proceso que, a pesar de la simplicidad de su definición, es complejo. Los resultados de los estudios publicados en los últimos años reflejan esta complejidad. Por tanto, se hace necesaria una evaluación cuidadosa de los riesgos y beneficios de la retirada de medicamentos.

No hay duda de que los pacientes sólo deben recibir los medicamentos que necesitan y quieren. Si es aconsejable una desprescripción, es importante conocer el enfoque más seguro y efectivo, los recursos necesarios para llevarla a cabo, y la relación coste-beneficio para los pacientes y los servicios de salud.

Los resultados de varios estudios han mostrado que las intervenciones de farmacéuticos, médicos o equipos multidisciplinares disminuyen el número de medicamentos que reciben los pacientes y la prevalencia de prescripciones potencialmente inadecuadas. No obstante, estas disminuciones suelen ser modestas. Por otra parte, los estudios que evalúan los resultados en salud de la desprescripción muestran que en general, las pruebas sobre sus efectos beneficiosos son discordantes. En un metanálisis de ensayos clínicos no se vio una disminución de la mortalidad, aunque un subanálisis restringido a intervenciones para pacientes sugirieron un cierto beneficio (OR = 0,62 ; IC95% 0,43-0,88). En otro metanálisis, las estrategias para reducir la polimedicación no redujeron la mortalidad ni el ingreso hospitalario. Por lo menos 15 estudios han examinado los efectos de la desprescripción sobre la calidad de vida, y sólo uno de ellos mostró un efecto beneficioso (que era modesto).

Los datos de coste-efectividad fiables son escasos. Aunque disminuir la prescripción, sobre todo la más nociva, da lugar a un ahorro económico, hay que considerar el coste de la propia intervención. Las guías y las evaluaciones publicadas ponen de manifiesto que, si se hace de manera correcta, la desprescripción es un proceso complejo que requiere una inversión elevada de tiempo y recursos. En un paciente polimedicado, es necesario evaluar de manera precisa los beneficios y riesgos de cada medicamento, las indicaciones, las interacciones con otros fármacos, las preferencias del paciente y su observancia. Un estudio escocés estima que esto implica una dedicación de 30 minutos para el médico y 75 minutos para el farmacéutico. Los servicios de salud deben tener presente, además, que no se obtienen resultados de manera inmediata.

Hoy, el reto es identificar los mejores métodos para la desprescripción, y tener presente que debe ser un proceso colaborativo con los pacientes. Con los datos que se dispone hasta ahora, es poco probable que veamos resultados espectaculares a corto plazo. Probablemente, lo mejor que podemos esperar es una reducción modesta del número de medicamentos y de la prescripción inadecuada, y mejoras modestas de los resultados en salud. Teniendo en cuenta la complejidad de la tarea, es probable que el ahorro de costes también sea modesto. Sin embargo, no hay duda de que es una inversión necesaria y una tarea de equipo».

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Andexanet alfa: ¿un buen antídoto para los inhibidores del factor Xa?

Los efectos adversos hemorrágicos asociados al uso de los anticoagulantes inhibidores del factor Xa son graves y hasta ahora se dispone de pocas opciones de tratamiento. Andexanet alfa es una porción de proteína modificada del factor Xa, obtenido por recombinación genética que no tiene actividad enzimática pero conserva la capacidad de fijarse a los inhibidores del factor Xa (rivaroxaban, apixaban, edoxabán) y reducir su efecto anticoagulante. Este efecto se demuestra por una disminución de la generación de trombina y de la actividad anti-factor Xa (medida directa de la actividad anticoagulante).


Andexanet alfa fue autorizado por la FDA en Mayo de 2018 para revertir la acción anticoagulante de apixaban y rivaroxaban, siguiendo un procedimiento acelerado, a partir de los resultados de dos ensayos clínicos en menos de un centenar de voluntarios sanos. La ficha técnica del producto advierte del riesgo de acontecimientos tromboembólicos arteriales y venosos, infarto agudo de miocardio, ictus isquémico, shock cardiogénico y muerte súbita. Al contrario, la EMA ya había rechazado el año 2016 la evaluación por procedimiento acelerado con el argumento de falta de datos. Desde entonces se espera la conclusión de un procedimiento de evaluación convencional.

En un estudio no aleatorizado que publica el último número de la revista The New England Journal of Medicine, se evaluó la eficacia y seguridad de andexanet alfa para revertir la hemorragia en una cohorte de pacientes anticoagulados. Se incluyeron 352 pacientes adultos que habían sufrido una hemorragia grave, sobre todo intracraneal (64%) y gastrointestinal (26%), las primeras 18 horas después de la administración de apixaban, rivaroxaban, edoxaban o enoxaparina. Todos los pacientes recibieron un bolus de andexanet durante 15-30 minutos, seguido de una infusión de 2 horas del fármaco. Se evaluaron el porcentaje de cambio de la actividad anti-Xa y el porcentaje de pacientes con una homeostasis excelente (según criterios pre-especificados por un comité independiente) 12 horas después de la infusión. Los resultados mostraron una reducción de un 92% de la actividad anticoagulante de apixaban y rivaroxaban. Un 82% de los pacientes evaluables mostró a las 12 horas una homeostasis que se consideró buena o excelente. Hubo un 14% de muertes durante los primeros 30 días, y un 10% presentaron un acontecimiento trombótico.

Los autores señalan que la reducción de la actividad anti-factor Xa no fue predictiva de la eficacia hemostática real, y sólo de manera modesta en pacientes con hemorragia intracraneal. También resaltan que la mayor limitación del estudio es la falta de un grupo de control. Hay en marcha un ensayo clínico para evaluar la eficacia y seguridad de andexanet alfa en pacientes con hemorragia intracraneal. Los resultados, que se esperan para finales del 2023, deben permitir clarificar la relación beneficio-riesgo y el lugar en terapéutica de este fármaco.

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Benzodiacepinas y riesgo de neumonía: nuevos datos, pocas novedades.

 Las benzodiacepinas (BZDZ) son fármacos de una elevada prevalencia de uso. Datos de CatSalut indican que en Cataluña, en 2014, un 12% de las personas de más de 70 años recibió un hipnosedante de manera crónica. Los resultados de los estudios sobre el uso de BZDZ y el riesgo de neumonía son controvertidos. Según un metanálisis de estudios observacionales (Int J geriatra Psychiatry 2019; 08 de enero), el uso actual o reciente de benzodiacepinas aumenta el riesgo de neumonía.

Se incluyeron 10 estudios observacionales que habían evaluado la asociación entre el uso de BZDZ o hipnosedantes no-BZDZ, y el riesgo de neumonía. Los resultados mostraron un aumento de dicho riesgo [OR = 1,25; (IC95% 1,09-1,44). El mayor riesgo se observó para el grupo de los hipnosedantes no BZDZ (zolpidem, zaleplon, eszopiclona), las BZDZ de semivida corta-intermedia, y el uso actual o reciente. Este efecto podría deberse a la activación de los receptores del GABA en las células inmunes, o a una relajación de la musculatura del esfínter esofágico.

 La magnitud de los efectos fue modesta en todas las asociaciones y, a pesar de que el análisis de sensibilidad no modificó los resultados de manera sustancial, se observó una considerable heterogeneidad entre los estudios evaluados. Este aspecto, y el hecho de no haber identificado el uso simultáneo de otros fármacos de riesgo como los antipsicóticos, se consideraron limitaciones relevantes del estudio.

Los autores concluyen que estos resultados sugieren un aumento modesto del riesgo de neumonía asociada al uso actual y reciente de BZDZ. Aunque los datos no permiten sacar conclusiones definitivas, plantean la necesidad de diseñar estudios que confirmen o descarten esta asociación, así como revisar de manera cuidadosa las indicaciones de uso.

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