Casi uno de cada 10 españoles toma cinco o más medicamentos al día, una proporción que no deja de crecer en los últimos años.
En un estudio reciente, los investigadores analizaron la evolución de la prevalencia de polimedicación y la forma de mejorar la identificación de pacientes polimedicados. Se identificaron personas mayores de 14 años incluidas en la Base de datos de la población española (BIFAP), y se analizaron los datos de prescripción en el período 2005-2015. Se recogió información sobre proporción de pacientes con polifarmacia (prescripción simultánea de ≥5 fármacos) y polifarmacia excesiva (≥10 fármacos) durante al menos 6 meses, según sexo y grupos de edad. Se realizó un análisis de tendencias del período estudiado (en conjunto, y por sexo y grupos de edad). Los resultados mostraron que la polifarmacia se triplicó entre 2005 y 2015. Los grandes polimedicados, aquellos que toman 10 o más fármacos, se multiplicaron por 10 durante este período y actualmente representan el 1% de la población, un porcentaje que es mayor entre las mujeres y que aumenta con la edad. En cambio, la proporción de pacientes sin tratamiento crónico disminuyó.
Paradójicamente, tomar más fármacos no siempre mejora la salud, al contrario. Se ha visto que la polimedicación se asocia con un deterioro en la funcionalidad y calidad de vida, y los pacientes tienen una peor autopercepción de la salud. Hay estudios que muestran una asociación con mayor mortalidad. Los datos sugieren que, con una misma patología, los enfermos más medicados mueren antes que aquéllos que lo están menos.
Dos ejemplos claros de sobreutilización de medicamentos son el de las benzodiacepinas y los antipsicóticos. La sobreprescripción y el uso inadecuado de benzodiacepinas se ha evaluado en profundidad y se ha tratado de manera exhaustiva en diferentes ámbitos. En el caso de los antipsicóticos en pacientes de edades avanzadas con demencia, los resultados de un estudio observacional reciente, a modo de ejemplo, mostraron que los más utilizados son quetiapina, haloperidol y risperidona. Un uso inadecuado de las dosis y una duración excesiva del tratamiento son factores que aumentan el riesgo global asociado a su uso en unas 20-30 veces.
En este contexto, es esencial insistir en la necesidad de revisar la medicación de los pacientes y plantear la desprescripción siempre que sea posible mediante un proceso compartido y consensuado con el paciente. Los estudios muestran que reducir el número de fármacos mejora su salud y calidad de vida.