Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son fármacos muy utilizados. Los resultados de varios estudios sugieren que su uso se asocia afectos adversos que pueden ser graves (enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales crónicas, demencia, neumonía, cáncer gástrico, infecciones por Clostridium difficile o fracturas osteoporóticas). Estudios previos ya habían sugerido una mayor mortalidad asociada a su uso.
La novedad más reciente es un estudio de cohortes que se diseñó para evaluar la asociación entre el uso de fármacos inhibidores de la secreción ácida (antihistamínicos-H2 y IBP) y la mortalidad, global y específica. También se analizó si esta asociación venía determinada por la duración del tratamiento o por la no indicación de uso de estos fármacos. Se incluyeron una cohorte de más de 200.000 pacientes del registro de la Veterans Administration en Estados Unidos. Del total de pacientes, 157.000 recibían un IBP y 57.000 un antihistamínico-H2.
Se observó una asociación entre el uso de IBP y el riesgo de muerte por cualquier causa, o de causa cardiovascular, por cáncer gástrico o por enfermedad renal crónica. Los antecedentes de enfermedad cardiovascular, renal o neoplásica no modificaron estos resultados. Esta asociación se mantuvo en el subgrupo de pacientes que recibieron un IBP sin tener justificada la indicación. También se observó una asociación positiva con la duración del tratamiento.
Los autores consideran alarmante el exceso de riesgo observado en el subgrupo de pacientes que recibían el fármaco sin tener una indicación que justificara su uso. Así mismo, alertan sobre la necesidad de vigilancia de los tratamientos de duraciones excesivas.
Entre el año 2013 y el 2014, en Cataluña, cerca de 1 millón y medio de personas (casi 19% de la población general) recibió unos 300 millones de DDD de un IBP (Datos CatSalut). Con estas cifras de consumo, cualquier efecto adverso puede tener un impacto sanitario relevante.
El uso profiláctico de IBP estaría indicado en los pacientes tratados con AINE y que tienen algún factor de riesgo adicional, como la edad avanzada (más de 70 años), el antecedente de enfermedad ulcerosa o de hemorragia digestiva, el uso concomitante de anticoagulantes orales, antiagregantes plaquetarios, corticoides por vía oral, antidepresivos ISRS o duales, o la presencia de enfermedad cardiovascular avanzada. También están indicados para el tratamiento de la enfermedad ulcerosa gastroduodenal con Helicobacter positivo, en el reflujo gastroesofágico y en la hernia de hiato.
Los IBP se prescriben en ocasiones de manera inadecuada durante períodos prolongados a pacientes polimedicados, sin factores de riesgo, o para molestias inespecíficas. Los resultados de este estudio, y también de otros previos que ya han advertido sobre la cuestión, hacen imprescindible revisar las indicaciones de uso de estos fármacos e identificar aquellos pacientes que no los necesitan.