En el último número del Butlletí de Farmacovigilància de Catalunya se revisa el efecto de algunos fármacos sobre el perfil lipídico y las potenciales implicaciones, sobre todo en pacientes de riesgo. Destacamos algunos fragmentos relevantes:
«Además de los tratamientos específicos de las dislipemias, varios fármacos podrían influir sobre el metabolismo de los lípidos y mejorar o empeorar su perfil, y, por
tanto, podrían aumentar o reducir el riesgo cardiovascular. En algunos casos se trata de un efecto de grupo y, en otros fármacos del mismo grupo, pueden tener acciones
diferentes sobre los lípidos.
En ocasiones, este efecto puede determinar la selección de un fármaco en la terapéutica de algunos pacientes concretos. Así, por ejemplo, la metformina es una biguanida que, independientemente de su efecto sobre la glucemia y a diferencia de otros
hipoglucemiantes orales, tiene efectos favorables sobre el perfil lipídico; reduce el colesterol total, las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y los triglicéridos (TG). Además, no se asocia a un aumento del peso y disminuye ciertos factores de riesgo cardiovascular al mejorar el síndrome metabólico e inducir la pérdida de grasa abdominal y visceral.
Los antipsicóticos atípicos inducen cambios en el metabolismo del colesterol. Además de producir aumento del apetito y, por tanto, cierto cambio en el perfil lipídico secundario a unos malos hábitos alimenticios, los antipsicóticos atípicos pueden aumentar los triglicéridos y reducir las HDL.
Los inhibidores de la enzima quinasa mTOR (sirolimus y everolimus) se asocian a elevaciones de más de un 20% de los triglicéridos, y este efecto depende de la dosis a la que se administran. Las cifras de colesterol total y de LDL pueden aumentar ligeramente y las de HDL pueden disminuir.
Los pacientes con una dislipemia previa y los de alto riesgo cardiovascular tienen más riesgo de sufrir sus efectos. Sin embargo, no se conocen las implicaciones a largo plazo
sobre la morbimortalidad cardiovascular.
Es importante evaluar de manera precisa la relación beneficio-riesgo en cada paciente, identificar los fármacos como causa posible de estos cambios, monitorizar el perfil lipídico durante el tratamiento y, en algunos casos, puede ser necesario cambiar a un fármaco alternativo.