El uso de dexametasona reduce la mortalidad intrahospitalaria hasta un 30% en pacientes con COVID-19 grave, según los primeros resultados de un ensayo clínico llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Oxford.
El ensayo RECOVERY incluyó, desde Marzo de 2020 alrededor de 11.500 pacientes de hasta 175 hospitales del National Health Service (NHS), con el objetivo de evaluar la eficacia de lopinavir-ritonavir, dexametasona, hidroxicloroquina, azitromicina, tocilizumab, y plasma de pacientes convalecientes en enfermos con COVID-19. Uno de los brazos aleatorizó a 2.410 pacientes a recibir dexametasona 6 mg al día, y a 4.321 pacientes a recibir el tratamiento habitual durante 10 días. El 8 de junio se interrumpió el reclutamiento del grupo con dexametasona al haber alcanzado el tamaño muestral suficiente para detectar un potencial efecto beneficioso del fármaco.
En el grupo control, la mortalidad a los 28 días fue de un 41% en el grupo de pacientes que recibían ventilación mecánica, del 25% entre los que sólo recibían oxígeno y del 13% entre los que no necesitaron apoyo respiratorio. En los pacientes con ventilación mecánica que recibieron dexametasona se observó una reducción de la mortalidad de un 30% (RR = 0,65; IC95% 0,48-0,88). Esta reducción fue del 20% entre los pacientes con oxígeno suplementario (RR = 0,80; IC95% 0,67-0,96). En cambio, no hubo diferencias en el grupo sin apoyo respiratorio. Los autores estiman que habría que tratar a 8 pacientes con ventilación mecánica o a 25 pacientes con soporte de oxígeno para evitar una muerte. Los resultados aún no han sido publicados.
Dado el potencial impacto en la mortalidad intrahospitalaria y la importancia que estos resultados suponen para políticas de salud pública, la publicación completa del estudio, incluido el proceso de peer-review, para validar los datos, permitirán confirmar estos resultados.