La lista de medicamentos que afectan la función tiroidea aumenta. Desde la alteración de los valores de laboratorio hasta alteraciones funcionales potencialmente graves. En muchos casos se trata de productos que se prescriben sin receta, pero también se pueden producir alteraciones tiroideas con fármacos antiarrítmicos, antineoplásicos, hipoglucemiantes, anticuerpos monoclonales, antirretrovirales, corticoides, etc. Los mecanismos son diversos. Citamos algunos ejemplos:
- alteran el control del eje hipotálamo-hipofisario, (Ipilimumab, dexametasona, metformina, octreotida, etc …)
- disminuyen la producción o liberación de hormonas tiroideas (contrastes yodados, litio, amiodarona)
- aumentan la producción de hormonas tiroideas (amiodarona, contrastes yodados)
- inducen o agravan procesos autoinmunes (alemtuzumab, antirretrovirales)
- inducen tiroiditis (nivolumab, sunitinib, IFN-alfa)
- alteran la unión a proteínas plasmáticas (raloxifeno, estrógenos, 5-FU)
- disminuyen el paso de T4 a T3 (amiodarona, dexametasona, propanolol)
- alteran el metabolismo o la eliminación (sorafenib, carbamacepina, fenobarbital, colestiramina)
- disminuyen la absorción (sucralfato, colestiramina, hidróxido de aluminio, carbonato de calcio, sulfato de hierro)
Esta revisión reciente publicada en el New England Journal of Medicine nos recuerda los diferentes mecanismos etiopatogénicos, los fármacos implicados y otros factores contributivos. Tomar conciencia de estos riesgos y de las interacciones potenciales permite a los médicos vigilar a los pacientes, intervenir cuando corresponda y también evitar pruebas innecesarias y tratamiento.