Uno de los principales retos que se plantean en este momento de pandemia mundial, es generar pruebas de una relevancia suficiente para mejorar las opciones terapéuticas de los pacientes con COVID-19. Promover una investigación de calidad es indispensable para afrontar la situación actual.
En esta revisión sistemática que se publica en la revista JAMA se analizaron las características de los ensayos clínicos registrados en ClinicalTrials.gov hasta el 8 de junio de 2020. Se incluyeron un total de 674 ensayos clínicos, sobre intervenciones terapéuticas en pacientes con infección por el virus SARS-CoV-2. Sólo 479 de los 674 (71%) incluyeron un grupo control. En un 86% de los casos se compararon tratamientos; un 15% evaluaron intervenciones preventivas. De los estudios aleatorizados, sólo un 36% fueron multicéntricos. La cloroquina fue el fármaco más evaluado, con un registro total de 143 ensayos clínicos. Las variables principales utilizadas fueron el tiempo hasta la resolución de los síntomas o signos (212, 38%), la mortalidad (180, 32%), el aclaramiento viral (124, 22%), y la necesidad de ventilación mecánica en 57 estudios (10%).
Los autores destacan el elevado grado de multiplicidad entre los estudios, sobre todo con cloroquina. Este hecho resulta una oportunidad para validar datos, pero también conlleva el riesgo de dar como positivo un resultado que puede ser debido al azar, con el riesgo de otorgar una eficacia a un fármaco ineficaz y potencialmente peligroso. En cuanto al bajo porcentaje de estudios multicéntricos, la fragmentación de los esfuerzos y una competitividad innecesaria compromete la recopilación de datos válidos y el poder estadístico de los estudios. Este es un escenario que preocupa especialmente en la situación actual.
Los ensayos clínicos son los estudios que proporcionan una evidencia más robusta y fiable. Es imprescindible que sean ensayos clínicos multicéntricos, de un tamaño suficiente y un diseño de calidad, que den respuestas fiables a las dudas que aún hoy tenemos sobre el tratamiento de la infección por SARS-CoV-2. Sólo la coordinación entre grupos de investigadores y el apoyo por parte de las instituciones puede favorecer que el panorama actual se modifique.